El Ciclo Metónico

 

La astrología es una disciplina con miles de años de desarrollo, observación e investigación constante. A lo largo de los siglos, distintas culturas han registrado con precisión los movimientos del cielo para comprender los ritmos de la vida en la Tierra. Muchos de esos hallazgos siguen siendo utilizados hoy, y entre ellos destaca un descubrimiento de valor incalculable: el ciclo metónico, la gran sincronía entre el Sol y la Luna que cada 19 años vuelve a repetirse.

 

El ciclo metónico recibe su nombre de Metón de Atenas, un astrónomo y matemático griego que en el siglo V a. C. realizó una de las observaciones más precisas de su época. Descubrió que después de 19 años solares, las fases de la Luna volvían a repetirse prácticamente en la misma fecha y en el mismo grado del zodíaco.


En números, esto significa que 235 meses sinódicos (el tiempo que tarda la Luna en repetir una fase) equivalen casi exactamente a 19 años solares. La diferencia es mínima —sólo algunas horas—, imperceptible en la vida cotidiana de los antiguos. Con ello, Metón entregó una clave que permitió unir en un mismo engranaje el ritmo solar y el lunar.


 

La Base Astronómica del Ciclo


Un calendario solar mantiene las fechas en sintonía con el movimiento del Sol. Por ejemplo, el 21 de junio corresponde al solsticio de verano en el hemisferio norte, cuando el Sol alcanza su punto más alto en el cielo. Ese ciclo dura 365 días y un cuarto, de ahí la necesidad de añadir un día extra cada cuatro años (los años bisiestos).


Un calendario lunar, en cambio, se ajusta a las fases de la Luna. El día 1 puede coincidir con la Luna Nueva, el día 8 con el cuarto creciente y el 15 con la Luna Llena. Diferentes tradiciones —como la judía, la musulmana, la china o la budista— se organizaron en torno a este tipo de calendario.


El problema es que el mes lunar no encaja con el año solar. Para entenderlo hay que distinguir entre dos tipos de meses:

 

Mes sinódico: dura 29,53 días y es el tiempo que tarda la Luna en repetir una fase.

 

Mes tropical: dura 27,32 días y es el tiempo que tarda la Luna en volver al mismo punto del cielo en relación con las constelaciones.


Un año solar contiene 12 meses sinódicos y 13 meses tropicales, lo que genera un desfase continuo. El ciclo metónico muestra cómo se corrige esta diferencia en un lapso mayor: después de 19 años solares, los cálculos vuelven a coincidir de manera bastante exacta, sincronizando el calendario solar con el lunar.


 

Ciclo Metónico Grabado

El Contexto del Descubrimiento


Metón presentó este hallazgo hacia el año 432 a. C., en plena época de esplendor de Atenas. Los calendarios eran un asunto central: de ellos dependían las fiestas religiosas, los ciclos agrícolas y la administración de la ciudad. Su descubrimiento fue tan influyente que se inscribió en el Pnyx, el lugar de reunión de la asamblea ateniense, para que todos pudieran conocerlo.

 

Así, el ciclo metónico permitió a los griegos ajustar con precisión el calendario lunisolar. Hasta ese momento, el desfase entre el año solar y los meses lunares obligaba a añadir meses extra de manera irregular. Con el ciclo de 19 años, se estableció la regla de intercalar 7 meses adicionales en ese período, manteniendo la correspondencia entre las estaciones y las fases de la Luna.


Los Años Embolismales

El desfase entre el año solar y los meses lunares es de unos 11 días por año. Al cabo de tres años, el calendario lunar ya se atrasa más de un mes respecto al solar. Para corregir esto, las culturas que usaban calendarios lunisolares añadían un mes extra cada cierto tiempo.


Ese año con un mes adicional recibe el nombre de año embolismal.

 

Un año lunar ordinario tiene 12 meses lunares (354 días).

Un año embolismal tiene 13 meses lunares (unos 383 días).


El hallazgo de Metón fue mostrar que, en un ciclo de 19 años solares, había que introducir exactamente 7 años embolismales para mantener el calendario en sincronía con las estaciones.


La distribución no era aleatoria: en el ciclo clásico, los años embolismales se colocaban en los años 3, 6, 8, 11, 14, 17 y 19 del ciclo. Así se lograba que, al finalizar los 19 años, el calendario lunar y el solar volvieran a coincidir casi en el mismo punto.

 

Los años embolismales se siguen usando hasta el día de hoy, pero ya no en el calendario civil internacional (o gregoriano, que es solar) sino que en calendarios lunisolares que siguen vigentes, tales como el hebreo, el chino y el budista.

 

La influencia del ciclo metónico se extendió mucho más allá de Atenas. Los babilonios ya habían trabajado con ciclos similares y, tras el descubrimiento de Metón, su uso se consolidó en distintos calendarios del Mediterráneo. El calendario hebreo lo adoptó para regular las fiestas religiosas, asegurando que celebraciones como la Pascua judía coincidieran siempre con la primavera. Más tarde, el calendario cristiano también recurrió al ciclo metónico: fue la base para calcular la fecha de la Pascua cristiana, que depende de la primera Luna Llena tras el equinoccio de primavera.



Las Lunas Nuevas y Llenas Eclesiásticas


En la tradición cristiana, para poder calcular la fecha de la Pascua, la Iglesia adoptó el ciclo metónico. Pero como no se podía depender de la observación directa del cielo en cada lugar (había nubes, diferentes husos horarios, etc.), se crearon las llamadas “Lunas Nuevas eclesiásticas”.


¿Qué son?

No son las Lunas Nuevas astronómicas reales, sino fechas tabuladas a partir del ciclo metónico.


Se usaban para predecir de forma uniforme en todo el mundo cristiano en qué día caería la Luna Llena “eclesiástica” que sigue al equinoccio de primavera.


Esa Luna Llena, a su vez, servía para fijar la fecha de la Pascua: el domingo posterior a esa Luna Llena eclesiástica.


En resumen: las Lunas Nuevas eclesiásticas son un calendario simbólico, basado en tablas derivadas del ciclo metónico, que la Iglesia usó para tener un cálculo estandarizado de las fases lunares, aunque no coincidieran exactamente con las fases reales observadas en el cielo.


 

En síntesis, el descubrimiento de Metón unió astronomía, religión y vida cotidiana en una misma medida del tiempo (lo cual fue realmente revolucionario).


 

La Dimensión Astrológica del Ciclo Metónico


Ahora vamos a la astrología pura. En ella, utilizamos el ciclo metónico para entender procesos profundamente personales. Si lo pensamos, todas las personas nacemos en una fase lunar específica: la relación entre el Sol y la Luna en el momento de nuestro nacimiento marca un patrón que nos acompaña toda la vida. Ese patrón puede implicar signos distintos y a veces un aspecto entre ambas luminarias (no en todas las cartas natales la Luna y el Sol hacen un aspecto entre sí), pero sea como sea siempre hay una fase lunar natal.


Cada 19 años, el ciclo metónico reactiva esa misma fase cuando el Sol y la Luna vuelven a la posición (casi exacta) en que los tenemos en nuestra carta natal, devolviéndonos a las temáticas ligadas a la posición natal del Sol y la Luna y a lo que ambos planetas simbolizan en nuestra carta. En la práctica, este ciclo metónico se observa de manera clara en la Revolución Solar y en la Revolución Lunar que ocurre en forma simultánea a esta primera (en ellas aparecerá la misma fase lunar que tenían en nuestra carta natal). Esto nos devuelve a las temáticas asociadas a esas dos luminarias: la manera en que proyectamos nuestra vitalidad (Sol) y cómo procesamos lo emocional y lo instintivo (Luna). 



¿Por Qué Decimos “Casi Exacta”?


El ciclo metónico no es una coincidencia matemática perfecta, sino una aproximación extraordinariamente precisa. La clave está en los números:


Un mes sinódico (de fase en fase) dura 29,5306 días.


En 235 meses sinódicos transcurren 6939,688 días.


En 19 años solares transcurren 6939,602 días.


La diferencia entre ambos cálculos es de 0,086 días, es decir, poco más de 2 horas.


Ese pequeño desfase se acumula, y por eso en la mayoría de los casos, durante una Revolución Solar o una Revolución Lunar asociada al ciclo metónico, el Sol y la Luna no se encuentran exactamente en el mismo grado y minuto que en la carta natal, sino con una leve variación (como ya veremos más adelante en los ejemplos prácticos).


La Matemática Detrás del Desfase

Es importante tener en cuenta que el ciclo metónico no es una coincidencia matemática perfecta, sino una aproximación sumamente precisa. Calculando valores medios, decíamos que la diferencia entre 235 meses sinódicos (6939,688 días) y 19 años solares (6939,602 días) es de apenas 0,086 días, es decir, un poco más de 2 horas.


Sin embargo, en la práctica el desfase suele ser mayor. Esto ocurre porque ni el mes sinódico ni el año solar tienen siempre la misma duración: la órbita lunar varía entre 29,26 y 29,80 días, y el año solar también presenta ligeras oscilaciones. Esas irregularidades hacen que, al observar revoluciones solares y lunares metónicas concretas, el Sol y la Luna no coincidan exactamente en el mismo grado y minuto natal, sino que aparezcan con diferencias más amplias.


Aun así, la cercanía sigue siendo notable: lo que retorna no es un punto matemático rígido, sino la fase lunar natal en su dinámica profunda. Y ese patrón, aunque aparezca con leves variaciones de signo o grado, cada 19 años se reactiva con fuerza en la biografía de la persona.


Sol

Cómo Se Ve El Ciclo Metónico en la Revolución Solar


Cada año, la Revolución Solar marca el retorno del Sol a la posición natal y abre un nuevo ciclo anual. Sin embargo, cada 19 años la Luna también regresa casi exactamente a su posición natal, reproduciendo con gran fidelidad la relación original entre el Sol y la Luna en el nacimiento (Revolución Solar Metónica).


Las revoluciones solares metónicas ocurren a los 19, 38, 57 y 76 años. Estos años suelen sentirse como puntos de inflexión: se reactivan dinámicas profundas de creatividad, vitalidad e instinto, y las decisiones de ese período suelen tener un impacto duradero.

 

Luna

...Y en la Revolución Lunar


Las Revoluciones Lunares se calculan en base al mes sinódico (29,53 días), porque lo que vuelve a repetirse es la fase de la Luna en relación con el Sol, no solo su posición frente a las estrellas. A lo largo de un año tenemos muchas revoluciones lunares, cada una marcando el clima emocional de un mes.


Ahora bien, cada 19 años, en simultáneo con la Revolución Solar Metónica, ocurre también una Revolución Lunar Metónica. En ese momento, la Luna regresa a su grado natal y, al mismo tiempo, reproduce la fase original que tenía con el Sol al nacer. Esa Revolución Lunar dura apenas un mes sinódico, pero concentra con fuerza el inicio del nuevo ciclo metónico: se activan emociones, reacciones internas y experiencias en el entorno inmediato que funcionan como señales muy claras del proceso interno que inicia.


Podríamos decir que la Revolución Solar Metónica abre el año completo bajo la impronta del ciclo, mientras que la Revolución Lunar Metónica es como el pico inicial, la condensación del impacto interno que luego se desplegará en los meses siguientes. Es un mes en que el cuerpo, las emociones, el instinto y la sensación de seguridad muestran con intensidad el tono de la transición que marca el nuevo ciclo de 19 años.


 

Ejemplos Prácticos: Ciclos Metónicos en Dos Cartas Natales Diferentes

 

Ejemplo 1: Sol en 22°01’ de Acuario y Luna en 29°09’ de Escorpio

 

Carta Natal Ejemplo Ciclo Metónico
Carta natal 1. Software: LUNA


En la primera carta natal que vamos a tomar como ejemplo, la persona tiene el Sol en el grado 22°01’ de Acuario y la Luna en el grado 29°09’ de Escorpio. Cada vez que el Sol regrese a ese grado exacto se producirá su Revolución Solar, y cada vez que la Luna vuelva a su grado natal ocurrirá su Revolución Lunar.

 

En las tres cartas a continuación vemos tres diferentes revoluciones solares metónicas para esta misma persona. En este caso, como la Luna está en el último grado de Escorpio, las revoluciones solares metónicas no tienen la Luna en Escorpio. Debido al desfase que explicábamos antes habrá algunas de ellas en que la Luna esté en Escorpio, pero en otras aparecerá en Sagitario, el signo siguiente. Esto se aprecia claramente en los tres ejemplos que siguen, donde la Luna aparece en distintos grados de Sagitario. Sin embargo, esto no altera el peso del ciclo: aunque la Luna no caiga en el mismo grado (o signo) natal, la cercanía es suficiente y la revolución sigue funcionando plenamente como metónica.



Revolución Solar Metónica 1
Revolución Solar Metónica 2
Revolución Solar Metónica 3



En la Revolución Lunar Metónica de este caso, observamos en la imagen de abajo que la Luna se ubica en su grado exacto natal, 29°09’ de Escorpio, mientras que el Sol se encuentra en el grado 21°29’ de Acuario. Es decir, la Revolución Solar Metónica aún no ha ocurrido, pero está por producirse dentro de pocas horas. Aunque ambas se den en forma casi simultánea, los dos tipos de revoluciones aportan claves distintas: la Revolución Lunar, aunque dure apenas un mes, entrega señales precisas sobre el inicio del ciclo metónico —pequeños acontecimientos, situaciones cotidianas, sincronías que actúan como indicadores de la temática central—, mientras que la Revolución Solar Metónica concentra ese mismo patrón en el impulso vital y creativo de un año completo.



Revolución Lunar Metónica
Revolución lunar metónica para la carta natal 1.



Ejemplo 2: Sol en 29°23’ de Libra y Luna en 25°15’ de Capricornio



Carta Natal Ejemplo Ciclo Metónico 2
Carta natal 2.

En la segunda carta natal que analizamos, la persona tiene el Sol en el grado 29°23’ de Libra y la Luna en el grado 25°15’ de Capricornio. Por lo tanto, cada vez que el Sol regrese a ese punto se producirá su Revolución Solar, y cada vez que la Luna vuelva a su posición natal ocurrirá su Revolución Lunar.


En las cuatro imágenes a continuación vemos cuatro Revoluciones Solares Metónicas para esta carta natal, en las que la Luna cambia de signos: hay tres en que aparece en Acuario, el signo siguiente a Capricornio, y luego en la última de ellas vuelve a Capricornio. Esto vuelve a mostrar el mismo desfase que en el ejemplo anterior.



Revolución Solar Metónica 7
Revolución Solar Metónica 5
Revolución Solar Metónica 6Revolución Solar Metónica 4


Por último, al observar una Revolución Lunar Metónica en este ejemplo, vemos que el Sol está en el grado 28° de Libra, es decir, ocurre un día antes de la Revolución Solar. En este tipo de configuraciones el Sol incluso puede cambiar de signo: en el caso de esta persona, la Revolución Lunar Metónica puede tener al Sol en los últimos grados de Libra o en el primer grado de Escorpio. Esto sucede únicamente en personas que nacieron con el Sol en los extremos de un signo (final o inicio), porque en el resto de los casos, al desplazarse el Sol más lentamente, no se produce ese cambio de signo en la Revolución Lunar Metónica.



Revolución Lunar Metónica 2
Revolución lunar metónica para la carta natal 2.




Significado de los Diferentes Ciclos Metónicos

 

Si bien cada ciclo metónico va a tener un matiz particular para cada persona según la fase lunar natal y los signos en los que se encuentran el Sol y la Luna en su carta, lo que se repite es la estructura temporal de 19 años. Dicho esto, podemos observar cómo se manifiestan estos ciclos en términos generales:


19 años: Es la primera vuelta metónica y marca el tránsito a la adultez. La vitalidad está en su punto más alto, y sentimos con fuerza el impulso de afirmarnos, de expresar quiénes somos en el mundo y de descubrir cómo sostenernos material y emocionalmente fuera del ámbito familiar. Es también la etapa en que surgen las primeras experiencias afectivas significativas, donde muchas veces repetimos —consciente o inconscientemente— el modelo de relación que vimos en nuestros padres: la dinámica entre Sol y Luna en nuestra carta natal suele mostrarse con claridad en este período. Aquí aparecen tanto los patrones que seguimos replicando como los que empezamos a cuestionar para no repetirlos. Es un ciclo de exploración intensa: probamos nuestra autonomía, construimos vínculos, tomamos decisiones que marcan el inicio de nuestra historia adulta.


38 años: El segundo ciclo trae un punto de comparación inevitable con lo que imaginábamos a los 19. Surgen tensiones entre los proyectos que soñamos y lo que efectivamente construimos. Aquí revisamos si seguimos en un camino propio o si nos dejamos arrastrar por inercias. También aparece con fuerza el cuerpo: ya no responde igual y exige ajustes. Es un ciclo de redefinición, de ordenar lo que sentimos y lo que mostramos hacia afuera.


57 años: Este ciclo suele vivirse como un punto de inflexión claro. El cuerpo empieza a mostrar cambios hormonales y energéticos que nos obligan a ajustar hábitos, y aparecen nuevas preguntas sobre cómo cuidarnos y cómo administrar la energía. Es un ciclo de balance y de renuncia a lo superfluo, en el que se redirige la creatividad hacia lo esencial. En lo psicológico, es frecuente revisar qué hemos construido: trabajos, vínculos, proyectos que tienen continuidad y otros que se cierran. Surge la necesidad de darle sentido a lo hecho y de decidir si queremos dejar una huella concreta o si caemos en la sensación de estancamiento. Es un ciclo en el que evaluamos el camino recorrido y en el que lo que hacemos a partir de aquí toma un peso especial, porque ya no se vive con la idea de tiempo infinito.

 

76 años: En este ciclo solemos enfrentarnos de lleno a los límites físicos y a la necesidad de reorganizar la vida cotidiana alrededor de ellos. Para la mayoría de las personas representa el último ciclo metónico de la vida. También es una etapa en la que buscamos transmitir lo aprendido: lo que sabemos que tiene valor y que queremos dejar como referencia.


95 años: Si llegamos a este ciclo, la vitalidad física se encuentra en su nivel más frágil. El impulso vital (Sol) se debilita, y lo lunar —la memoria, la emoción, el instinto de seguridad— pasa a ocupar el centro. La mente suele orientarse hacia lo subjetivo: recuerdos, sensaciones, necesidades básicas. Esto se traduce en un casi completo distanciamiento del mundo exterior. Es una etapa de retirada en la que la existencia se concentra en lo esencial y se prepara, de manera tranquila pero solitaria, para el final del ciclo vital.

 

 

¿Cómo Utilizar el Ciclo Metónico?


Si estamos iniciando un nuevo ciclo metónico, es un momento para detenernos y revisar. Cada 19 años se abre una oportunidad de hacer un inventario de nosotros mismos: recordar qué ocurrió en el ciclo anterior, qué vínculos o experiencias marcaron ese período, qué decisiones tomamos y cuáles queremos tomar de otra manera ahora.


Lo primero es observar en qué fase lunar nacimos. Esa fase marca un tono de carácter y una forma particular de relacionar nuestro Sol y nuestra Luna: cómo se integran la vitalidad y la emoción, en qué signos y casas se ubican, qué tensión o armonía generan. Conocer esa fase natal nos da una base clara para entender qué se reactiva en cada retorno metónico.


El ejercicio consiste en mirar hacia atrás para reconocer patrones de maduración y de cierre de etapas. Muchas veces se repiten las mismas temáticas: relaciones que ponen a prueba nuestra manera de vincularnos, cambios en el cuerpo que nos obligan a un ajuste, decisiones sobre trabajo o proyectos que reflejan cuánto hemos crecido desde la vez anterior. Por supuesto que no se trata de volver al pasado, sino de entenderlo desde otra mirada para dar un paso distinto en el momento actual.


Observar qué estaba ocurriendo a los 19, 38, 57 o 76 años nos muestra con claridad cómo evoluciona nuestra fase lunar natal: las emociones que cargamos, la manera en que buscamos seguridad, la relación entre lo que sentimos (Luna) y lo que proyectamos (Sol). Cada ciclo nos invita a tomar consciencia de esos ejes y a vivirlos con más madurez.


Y, por supuesto, es indispensable prestar atención a qué aparece en nuestra Revolución Solar y Lunar Metónicas: en qué casas están el Sol y la Luna, qué ascendente tienen esas cartas y qué mensaje particular nos entregan. Estudiarlas con atención es fundamental, porque ahí se encuentran las pistas concretas sobre cuál es la temática que inaugura el nuevo período de 19 años.

 

 

Preguntas Para Reflexionar:

 

¿Qué estaba ocurriendo en mi vida 19 años atrás y qué hilos de esa historia se reactivan hoy?

 

¿De qué manera estoy honrando mis necesidades emocionales actuales y no solo las del pasado?

 

¿Qué aspectos de mi vida me dan seguridad real en este momento y cuáles ya dejaron de cumplir esa función?

 

¿Cómo estoy integrando lo que siento con lo que quiero proyectar hacia afuera?

 

¿Qué partes de mi identidad creativa quedaron relegadas y necesitan volver a tener espacio?

 

¿Qué me dice mi cuerpo sobre el momento vital en el que me encuentro?

 

¿Qué vínculos o situaciones me muestran que estoy cerrando un capítulo y abriendo otro?

 

¿Qué dirección quiero dar a mi energía en los próximos años para que se alinee con lo que realmente soy?

 

 

  La astrología es una disciplina con miles de años de desarrollo, observación e investigación constante. A lo largo de los siglos, distintas culturas han registrado con precisión los movimientos del cielo para comprender los ritmos de la vida en la Tierra. Muchos de esos hallazgos siguen siendo utilizados hoy, y entre ellos destaca un descubrimiento de valor incalculable: el ciclo metónico, la gran sincronía entre el Sol y la Luna que cada 19 años vuelve a repetirse.   El ciclo metónico recibe su nombre de Metón de Atenas, un...

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